viernes, 14 de abril de 2017

EL TAMAÑO DE UNA INDIGNACIÓN: EL CASO DE LOS NIÑOS WAYUU Y LA DESNUTRICIÓN INFANTIL EN LA GUAJIRA

Es antiético, en todo sentido, discutir por la cifra de niños
muertos por desnutrición…”

Que muera un niño wayuu es enterrar nuestro futuro, que muera un anciano wayuu es entregarle nuestra memoria a las manos del olvido. Los medios de comunicación han llenado de páginas enteras noticias sobre la muerte de niños wayuu por causa de la desnutrición y el abandono del Estado. Usualmente la palabra para dramatizar las noticias es la misma: INDIGNACIÓN.

Se indigna el usuario de Facebook dándole “Me Gusta” a las publicaciones, se indigna el político que se abraza con los autores del crimen a nivel nacional, regional y local. Y el resultado de la indignación es proporcional al olvido que vivimos en un país donde es más importante la noticia de un reinado, que la captura de los aliados de quienes han participado del genocidio al que es sometido mi pueblo. Se indigna el dirigente que aprovecha la marea de la indignación para pescar un contrato de suministro de alimentos o algo parecido. Se indigna el ciudadano desprevenido que también aplaude la sagacidad con que el delincuente huye de la justicia.

Miro otras realidades y me entero que en muchas partes del mundo hay desnutrición infantil, hay corrupción y el cambio climático ha golpeado formas de vida de cantidades personas de distintas culturas, en diferentes partes de nuestro planeta. Quizás el caso de La Guajira es el más llamativo por la reproducción de esquemas que no permiten el desarrollo humano de los habitantes de la península. Nadie entiende por qué falta agua potable teniendo planes departamentales de agua en los sucesivos gobiernos de La Guajira, con más de media frontera inundada de mar y El Cerrejón gastando diariamente más de 35 millones de litros de agua en sus procesos de extracción de carbón; nadie entiende por qué siendo la etnia más numerosa de Colombia, no tenemos ni senadores ni representantes que griten nuestros lamentos; nadie entiende por qué criticamos a los dirigentes de Uribia y los votamos de manera masiva en elecciones…

Se habla de 2 mil, 4 mil, y hasta 15 mil niños muertos por desnutrición, pero no se cuenta a los niños vivos que padecen esa tragedia, tampoco a las madres gestantes en estado de desnutrición; quizás el asistencialismo oficial ha desplazado formas originales de autogestión y solidaridad entre los wayuu, quizás los recursos entregados por el gobierno nacional y las nuevas formas de representación han desplazado a los legítimos dueños del destino de la Nación wayuu… Quizás ya sea hora de mirarnos al espejo de nuestra realidad por primera vez en nuestra historia.

Es posible que al final de este año, uno de los juguetes que algún espíritu filantrópico trajo a La Guajira termine sin dueño, quizás porque otro niño haya muerto por desnutrición o porque la anemia le quite las ganas de jugar. Mientras tanto, más de un indignado le dará “Me Gusta” a las fotos de posesión de los hijos, herederos o socios de los determinadores de la tragedia social que se vive en el Departamento de La Guajira.

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