"A veces, el pobre niño sube hasta el fin de su montaña y desde allí divisa toda América y me llama." Jaime Reyes
martes, 3 de enero de 2012
LA DEFENSA DE NUESTROS LINAJES, EL SUEÑO DE UNA NACIÓN.
LA IDENTIDAD DE LOS NIETOS DE JUYÁ: MÁS ALLÁ DE LA PIEL MORENA
MÜLIASHII: LO QUE FUIMOS, LO QUE SOMOS Y LO QUE SEREMOS.
CAFÉ, MAÍZ Y PANELA: CLIENTELISMO PROSELITISTA EN LA TIERRA DE LOS CHINITOS
DEL MÁUSER AL TELÉFONO CELULAR O AQUELLO QUE HICIMOS NUESTRO.
Han domesticado mi forma de vestir, pero mi alma viaja libre por la tierra de los sueños…
“Cuando vengas a nuestra tierra, descansarás bajo la sombra de nuestro respeto”, dice el poeta wayuu. Pero también encontrarás que en el misterioso y exótico desierto, hemos apropiado una serie de elementos de la cultura con la cual interactuamos, esa cultura que muy a su pesar no nos ha domesticado…
Hemos hecho de las armas de fuego un instrumento de prestigio y defensa de nuestros linajes y de nuestra historia (el fúsil máuser “tiene destellos de juyá y tiene el grito imponente de juyá”, decía el abuelo Mujucheichon); hemos hecho de la bicicleta (adornada ella, con bellos tejidos y adornos) un medio para movilizamos por todo nuestro territorio; a los bolsillos tradicionales (woolü) le hemos agregado uno más: el del teléfono celular, para que nuestra palabra viaje con mayor rapidez. Es cierto que los alíjuna (los no wayuu) se ríen cuando nos ven sacar nuestro “aparato”, pero al rato la curiosidad por saber que decimos los abruma: hablamos en wayuunaiki. En pleno auge de la Sociedad de la Información, con sus Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, usamos las redes sociales como instrumento para denunciar, escribir notas y comunicarnos en nuestra lengua con nuestros hermanos, en cualquier parte del mundo.
En nuestro legítimo derecho a existir, hemos apropiado elementos externos, dándole un significado y una explicación a su existencia en nuestra cotidianidad; hemos “wayuunizado” esos elementos externos, los hemos adaptado a nuestra manera: Suluu Sukuaipa Wayuu. Ellos, los elementos externos, están ahora presente en nuestros mitos, en nuestros sueños y en la construcción de nuestra historia; pero no son la columna de nuestros mitos, no rigen nuestros sueños y dudo mucho que escriban nuestra historia.
A pesar de los diferentes intentos asimilacionistas, desde la institucionalidad o comprando conciencias débiles y sin identidad, nos mantenemos firmes en nuestros principios e ideales, la palabra escuchada en las madrugadas en voces de nuestros abuelos nos habla en nuestros sueños…
Me voy a un café Internet, en mi bicicleta, a publicar esta nota, me han llamado a mi teléfono celular para decirme, en wayuunaiki, que no lleve el máuser.
IGNACIO MANUEL EPINAYU PUSHAINA
C.C. 5.185.122
¿CASTAS Y MATRIARCADOS O FAMILIAS MATRILINEALES?
MALEIWA Y YOLUJA: LO QUE FUIMOS, LO QUE SOMOS Y LO QUE SEREMOS EN LA TIERRA DE LOS SUEÑOS.
A Yuty, quien inspiró esta nota.
Muchísimo tiempo después de la construcción de nuestro mitos, llegaron los misioneros capuchinos (en tiempos recientes sus hermanos evangélicos) a escucharlos y darle un nuevo sentido de acuerdo al sistema de creencias judeo-cristiano; y en sus orfelinatos, le dijeron a los niños (futuros evangelizadores) que en realidad Maleiwa era “nuestro Dios Padre” y adaptaron sus oraciones (“taata maleiwa chakai ipüna: “padre nuestro que estás en los cielos” ó “abuelo Maleiwa que estás arriba”? ) para cambiar el sentido de la realidad, y sobre los mitos antiguos crearon uno nuevo. Es por eso que hoy escuchamos a muchos wayuu hablando de las “bendiciones de Mareiwa” (con r) o de los “dones dados por Mareiwa”, pero muy pocos hablando de los sueños transmitidos por Maleiwa.
Pero era necesario, buscar el opuesto de Maleiwa (en este sistema de creencias dual, que no admite matices), y fue necesario acudir nuevamente a las antiguas narraciones para descubrir que el enemigo, el mal, el pecado era Yoluja (sin acento). Yolujá (con acento) fue desde entonces (ese mismo ser en que nos convertiremos los wayuu cuando dejemos esta vida), el mismísimo diablo, el demonio y era necesario, por lo tanto, dejar de lado las salvajes costumbres de creer en los sueños y optar por el seguro y rutinario camino de rezar el “ave maría” y el “Padre Nuestro” (“taata maleiwa chakai ipüna…”).
Todo lo anterior para mostrar que no todo lo externo es bueno, cuando es impuesto desde afuera; que los wayuu podemos usar celulares y corbatas siempre que lo asimilemos a nuestra manera, “sukuaipa wayuu” y no a la manera de los otros … No existe la más leve amenaza a nuestra identidad con el uso de una cruz, un celular o una corbata, siempre que los sueños estén presente en los actos cotidianos; en cambio, parece más perverso y nocivo el uso de la manta y la mochila, sin comprender su significado cultural.
Buenos sueños este y todos los tiempos.
IGNACIO MANUEL EPINAYU PUSHAINA
C.C. 5.185.122