martes, 3 de enero de 2012

LA DEFENSA DE NUESTROS LINAJES, EL SUEÑO DE UNA NACIÓN.

Ella dará continuidad a nuestro linaje, Él estará dispuesto a defenderlo…

Hace pocos años un Vicepresidente, sin más mérito que el cargo mencionado, mostró en la TV una famosa una manilla que llamó la “manilla wayuu”. Desde entonces la manilla se popularizó entre yupies y empresarios que las portaban sin conocer su significado cultural.

Esta es la forma de la manilla:
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Recuerdo que esa misma manilla la vi en mi tierra, sin el colorido de la bandera Colombiana, eso fue cuando en mi niñez (hace mucho!) se hablaba de un anciano de cabellos blancos, que llegó a la tierra y bajó de un rayo a pedir que se hicieran muchas yonna (baile wayuu) a lo largo y ancho de la península de la guajira para que lloviera en abundancia. Ya en tiempos recientes me explicaron que el tejido de la manilla se asemeja a la estructura de los linajes wayuu: el hilo (infinito) representa a la mujer wayuu y los palitos (limitados en su extensión) representan a los hombres wayuu. Lo primero le da continuidad a los linajes, por medio de la reproducción social basada en el matrilinaje; lo segundo, es decir los hombres, están dispuestos a defender los linajes, aunque les toque ir a la guerra, con lágrimas en los ojos.

Sin embargo, hoy cuando se discute sobre el papel del hombre y la mujer en la sociedad wayuu, llama la atención la forma como se quiere conceptualizar desde lo alíjuna el papel de la mujer en la construcción de nuestras historias familiares. Al respecto diré que en los wayuu que viven en la inmensidad del desierto, importa poco o nada, el papel que cumplen en la defensa de los linajes, sólo cumplen el papel que la historia les ha otorgado: ella para dar continuidad a los linajes, ellos (yo también!) para defenderlos.

Creo también que hay muchos problemas más importantes en nuestra sociedad. El fortalecimiento de la lengua, a partir de diálogos intergeneracionales en las noches de luna llena y no en tallercitos; fortalecer el nuevo liderazgo wayuu sin las prácticas viejas de crear organizaciones personalistas y con borregos detrás; crear cartillitas y materiales para crear conciencia e identidad nacional, más que cartillitas y vídeos para justificar “recursos” a entidades externas.

Si aún así no nos ponemos de acuerdo, estoy convencido de que todos los días nacerán niños y niñas wayuu para defender su papel histórico, en memoria de quienes al mismo tiempo abandonan esta tierra rumbo a Jepirra.

A Kosho (3 años) y Patri (2 años), les digo que ustedes no escogieron nacer como wayuu, tampoco escogieron ser niño o niña, pero tienen también la opción de hacer de nosotros una gran nación; a los que conceptualizan les digo que tenemos la opción de crecer hacia dentro como nación, y no hacia fuera como farándula…

@Ignacioepinayu

LA IDENTIDAD DE LOS NIETOS DE JUYÁ: MÁS ALLÁ DE LA PIEL MORENA

Esta piel morena tostada por el sol, estos ojos rasgados por el fuerte viento…”

Los de color moreno tostado por el inclemente sol del desierto, los de ojos rasgados por el fuerte viento que llueve casi siempre en la península, los de cabello lacio y de brillantes ojos negros, los de estatura media y andar vacilante, los de sonrisa tímida y mirada desafiante, los de palabras medidas y punzantes cuando de defender nuestras costumbres se trata. Los que escuchamos con atención a los abuelos cuando hablan (Nada de risitas tontas, nerviosas y burlonas!); los que escuchamos respetuosamente a los otros cuando nos hablan, pero resistimos en silencio a dejar de soñar para hablar con los nuestros que ya se han ido. Así somos los nietos de Juyá.
Fuimos siempre así?, seremos siempre así?...

Por razones de interacción con otras personas (no wayuu) y dado el carácter matrilineal de nuestro sistema de organización social y familiar, hemos aceptado a los hijos de nuestras hermanas, hijas y nietas, como parte de nuestros respectivos linajes; es por ello que podemos ver en nuestro territorio ancestral wayuu rubios de ojos azules y también negros de cabellos quietos. Hoy en día, hay rubios de ojos azules y negros de cabello quieto que hablan mejor wayuunaiki que los morenos de ojos rasgados que sólo hablan español.
Ellos (los alíjuna), siempre han estado esperando pacientemente el momento de borrarnos culturalmente, para “hablar de nosotros en tiempo pasado” (Fresia Catrilaf), como las historias oficiales: bobas, románticas, sesgadas, sin emociones, estáticas en letras y fotografías; eso han querido siempre, desde que tienen noción de codicia y obsesión por negar al otro, de vender al otro (discúlpame Judas que te tome como ejemplo!). Lo han intentado de diferentes modos y medios: con la religión, las escuelas, la burocracia estatal, las ideologías mesiánicas, la compra de tierras ancestrales en nombre del progreso (de ellos!) y las universidades para describir con otra forma de pensar lo que siempre fuimos…

Frente a los sistemáticos y sostenidos intentos asimilacionistas, hemos resistido con la fuerza de nuestra identidad: - La oralidad heredada de nuestros abuelos, al hablar y escuchar en wayuunaiki se puede comprender lo sencillo e inmenso que somos, se refleja la grandeza de nuestra historia; sólo cuando se escucha wayuunaiki aflora la fuerza poética de las narraciones de nuestros pensamientos, frente a la falacia de los informes que se presentan ante entidades e instituciones que otorgan “recursos” para legitimarse. – Los sueños, esa fuerte convicción de lo que somos, materializada en la comunicación permanente con el mundo de los que ya se han ido y que nos recuerdan siempre nuestros códigos de comportamiento, esos sueños que nos dicen que hacer y que no hacer, como medio para evitar que dejemos de soñar y actuar siempre. – El territorio, sólo una porción de tierra?, es el espacio vital donde nacimos y volveremos al final de nuestros días, es el espacio donde soñamos, nos reproducimos (física y simbólicamente!), donde vivimos la intensidad de nuestra existencia y morimos para ser visitados en nuestros cementerios (símbolo de la unión con nuestro territorio). – La solidaridad, principio presente en los miembros de nuestros respectivos linajes y al cual acudimos y acuden nuestros amigos en casos de infortunio…

Los que hemos tenido la experiencia de vivir lejos del territorio ancestral y no hemos dejado de lado (ni hemos negado!) la fuerza de nuestra identidad, sabemos lo doloroso que es estar físicamente en un lado y con el alma en el otro (“aquí estoy pero mi alma está allá”); sabemos lo que somos y lo que seremos. El ambiente pudo cambiar nuestra forma de vestir, pero no nuestra forma de pensar; aprendimos otros idiomas y otros conocimientos, pero nunca dejamos de pensar y hablar en wayuunaiki y nunca despreciamos la voz de nuestros viejos; nos pusieron ante el altar de muchos dioses, pero jamás renunciamos a nuestros sueños ni a la memoria de nuestros muertos; aprendimos de competitividad y competencia pero nunca abandonamos la solidaridad como principio; vivimos con los alíjuna (y las alíjuna!!!) pero tenemos la certeza de que moriremos y estaremos en nuestro territorio enterrados y tostados por el permanente sol, refrescados por el incansable viento que rasga nuestros ojos, pero que también refresca nuestra memoria colectiva…

Hijo, esto es lo que soy, para que nunca olvides tu origen; mamá, esto es lo que hiciste de mi, para que vivas siempre en mi memoria.

@Ignacioepinayu

MÜLIASHII: LO QUE FUIMOS, LO QUE SOMOS Y LO QUE SEREMOS.

Morimos tres veces o somos eternos viajeros de varias dimensiones?

Estoy en la tierra donde siempre quisiste que nos encontráramos. Llegué de forma imprevista, como siempre lo hacía para sorprenderte, sólo que esta vez el sorprendido fui yo. En esta visita se quedaron preguntas sin respuestas, sueños sin interpretar y muchas voces ahogadas en llanto. Supongo que a otros les pasará lo mismo cuando yo recorra tus pasos por los caminos hacia Jepirra…
No quisimos que tu última morada fuera San Cayetano (el cementerio de Uribia), no eres alíjuna, eres de nosotros y ahora descansas con los nuestros en nuestro cementerio; no quisimos despedirte con la santa misa (Con todo respeto, no creo que tu alma deba ser salvada, tu espíritu vive con quienes daríamos la vida porque estuvieras aquí), en cambio si lo hicimos con disparos al aire, como es nuestra costumbre.

Los niños fueron pasados sobre tu cuerpo inerte, para que los protejas en sus sueños, en nuestros sueños, después de todo el alivio es que todas las noches buscamos atrapar un abrazo, una sonrisa, una presencia tuya en nuestros sueños. Fuimos sueño, somos sueño, seremos sueño y te esperamos en nuestros sueños….

Qué queda de ti?. Un profundo respeto por la vida y la solidaridad a toda prueba; también una profunda convicción de la brevedad de esta vida y no tiene sentido malgastarla con peleas y envidias hacia los demás, tal vez por eso hiciste de tu personalidad un diálogo permanente, nos enseñaste que hasta en los sueños se dialoga!.

Tus amigos y conocidos han venido a tu casa a evocar los instantes vividos contigo, llegó gente de Venezuela y de todo el territorio ancestral que es tuyo y es mío; llegaron llamadas de solidaridad; en tu casa estamos durmiendo los 44 que dejaste, desde el más pequeño (5 meses) hasta el más grande (97 años), todos nos acostamos en silencio para esperar un gesto de tu presencia con nosotros. Sabemos que estás con nosotros, todo es cuestión de esperarte en nuestros sueños, para guíes nuestros pasos como siempre lo has hecho.

Desde tu partida, tu nombre es impronunciable, te llamaremos como llamaste a los que desde ahora te acompañan: Müliashii. No hay música ni TV en tu casa, hasta por un año, eso espero, porque así nos lo enseñaste.
Ilumina nuestros pasos y danos fortaleza y claridad para continuar por el camino que iniciaste, con lo que soñaste: el viaje a nuestros orígenes….

@Ignacioepinayu

CAFÉ, MAÍZ Y PANELA: CLIENTELISMO PROSELITISTA EN LA TIERRA DE LOS CHINITOS

Dile a tu familia, que busque a mi hermano, él es candidato a la alcaldía”…

Por qué en un municipio donde más del 90% de la población es wayuu, no gobierna un wayuu, que piensa y actué como wayuu?

Probablemente hemos interiorizado lo que piensan de nosotros: “El indio es de carácter tan apacible que solo desea el reposo y la soledad; no aspira ni acaudillar a su tribu, mucho menos dominar la extrañas; felizmente esta especie de hombres es la que menos reclama preponderancia, aunque su número exceda la de otros habitantes” (Bolívar, Cartas de Jamaica, 1815); probablemente no estemos (los wayuu) a la altura de los retos de la historia actual (hasta cuando?...); también es probable que las instituciones hayan hecho un buen trabajo, instruyéndonos como “aves de corto vuelo”.

Ahora se aproximan las elecciones locales (y regionales!) y se avizoran nuevos candidatos que llevarán al municipio por la senda del “progreso”; con ello volverán los líderes wayuu a ofrecer, al mejor postor, los votos por maíz, café y panela; las cédulas serán recogidas y los camiones están aceitándose para traer los votos desde la guajira venezolana. El día previo a las elecciones llegarán los jurados de Riohacha a disfrutar de un paseo por la “Plaza Colombia”; rodará nuevamente el viejo y aceitado discurso de “Bienestar, Progreso y Desarrollo”. Así es Uribia, la tierra de los chinitos.

Es Uribia un lugar donde los alcaldes de turno eligen a su sucesor con recursos de la administración publica, donde los festivales dejan de ser eventos culturales para dar paso a acuerdos proselitistas, los debates electorales se constituyen en verdaderos duelos familiares en la defensa, ya no del honor sino, del deshonor de feriar los recursos de las transferencias; un municipio donde hay centro cultural sin espacios para la cultura, hay muchas mantas y casi nula identidad, donde hay muchos candidatos y pocas propuestas.
Que tiene que ver esto con “lo wayuu”?.

En la tierra de los chinitos, ha sido tradicional que los líderes wayuu elijan a quienes serán los verdugos de su destino, es normal que las candidatas alíjuna (no wayuu) usen mantas aunque ellas mismas desprecien a quienes por tradición las han usado; el “hijo del pueblo”, es decir los hijos de los hijos de quienes siempre han querido civilizar a los nietos de Ichitki, dicen “warechon” o “warekus”, pero niegan citas a los portadores de wayucos tradicionales. Los líderes wayuu, se excusan en su hambre inmediata y ferian mantas, mochilas, cédulas y sombreros por un “contratico”, por un “puestico”, por una “ayudita” para salir de la “pelúa”… Ellos han vendido su identidad por un “favor”, por una “liga” del gobernante de turno...

Encierra dolor, envidia o tristeza esta nota?, Ni lo uno ni lo otro!. Es una protesta y una propuesta a los líderes de hoy y mañana, para exhortarlos a quitar-nos del cuello el pie que nos oprime y no permite mirar el horizonte soñado por nuestros ancestros y mayores.
Si falla la intención de esta nota, habrá tenido razón el capitán Londoño Villegas, en 1935, cuando dijo: “Tengo buenas esperanzas de que, en la forma como los estoy llevando, los conduciré gradualmente a la civilización, pues me han demostrado verdadera admiración y cariño” (Crónicas de la Fundación de Uribia).

Los invito a dudar de la historia que nos han contado…
@Ignacioepinayu

DEL MÁUSER AL TELÉFONO CELULAR O AQUELLO QUE HICIMOS NUESTRO.

Han domesticado mi forma de vestir, pero mi alma viaja libre por la tierra de los sueños…

“Cuando vengas a nuestra tierra, descansarás bajo la sombra de nuestro respeto”, dice el poeta wayuu. Pero también encontrarás que en el misterioso y exótico desierto, hemos apropiado una serie de elementos de la cultura con la cual interactuamos, esa cultura que muy a su pesar no nos ha domesticado…

Hemos hecho de las armas de fuego un instrumento de prestigio y defensa de nuestros linajes y de nuestra historia (el fúsil máuser “tiene destellos de juyá y tiene el grito imponente de juyá”, decía el abuelo Mujucheichon); hemos hecho de la bicicleta (adornada ella, con bellos tejidos y adornos) un medio para movilizamos por todo nuestro territorio; a los bolsillos tradicionales (woolü) le hemos agregado uno más: el del teléfono celular, para que nuestra palabra viaje con mayor rapidez. Es cierto que los alíjuna (los no wayuu) se ríen cuando nos ven sacar nuestro “aparato”, pero al rato la curiosidad por saber que decimos los abruma: hablamos en wayuunaiki. En pleno auge de la Sociedad de la Información, con sus Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, usamos las redes sociales como instrumento para denunciar, escribir notas y comunicarnos en nuestra lengua con nuestros hermanos, en cualquier parte del mundo.

En nuestro legítimo derecho a existir, hemos apropiado elementos externos, dándole un significado y una explicación a su existencia en nuestra cotidianidad; hemos “wayuunizado” esos elementos externos, los hemos adaptado a nuestra manera: Suluu Sukuaipa Wayuu. Ellos, los elementos externos, están ahora presente en nuestros mitos, en nuestros sueños y en la construcción de nuestra historia; pero no son la columna de nuestros mitos, no rigen nuestros sueños y dudo mucho que escriban nuestra historia.

A pesar de los diferentes intentos asimilacionistas, desde la institucionalidad o comprando conciencias débiles y sin identidad, nos mantenemos firmes en nuestros principios e ideales, la palabra escuchada en las madrugadas en voces de nuestros abuelos nos habla en nuestros sueños…

Me voy a un café Internet, en mi bicicleta, a publicar esta nota, me han llamado a mi teléfono celular para decirme, en wayuunaiki, que no lleve el máuser.

IGNACIO MANUEL EPINAYU PUSHAINA

C.C. 5.185.122

¿CASTAS Y MATRIARCADOS O FAMILIAS MATRILINEALES?

En el municipio de Uribia, capital indígena de Colombia (Artículo 3 Ley 1061 de 2006), la población wayuu es del 95,6% (fuente: Censo DANE 2005). No obstante lo anterior, la Secretaría de Asuntos Indígenas, un ente externo, usualmente en cabeza de un wayuu, tiene que certificar que se es wayuu, previo aval de una organización indígena, (ya no es suficiente tener cara y apellido de “chinito” como nos llaman a los wayuu en Uribia). Esto no sería un trámite más si no apareciera (cuando aparece por fin la certificación) la curiosa palabra con que definen a nuestros eirruku: CASTA.
Haciendo una breve búsqueda, encontré esta página en facebook: http://www.facebook.com/group.php?gid=111424498896997. La descripción de dicha página dice “identifica a que casta perteneces o eres”; en un tiempo no lejano, una ilustre congresista y lidereza wayuu (ahora ex), dijo en senda entrevista, que la wayuu es “la única cultura matriarcal del país” (fuente: http://colombia.indymedia.org/news/2006/05/42117.php).
Detrás de estas anécdotas locales, subyacen, a mi manera de ver, conceptos que ahondan cada vez más en el imaginario de quienes nos ven y nos leen de forma tergiversada y es necesario hacer las precisiones pertinentes, aunque mi amigo David manifieste “que digan lo que digan seguiremos siendo nosotros mismos”. En primer lugar habría que decir que los wayuu no tenemos CASTA, tenemos una familia extensa “apüshi”, que se prolonga siempre por la línea materna, esa extensa familia es lo que se llama eirruku (carne). Apüshi o familia materna es próxima y se extiende a lo largo de abuelos, abuelas, tíos, tías, primos, primas, hermanos, hermanos. La otra familia es la paterna, lejana, se denomina “oupayu”. Esto contrario a la manera de conformación familiar de las familias “occidentales”, incluyendo a las familias guajiras, no wayuu.
Cuando un wayuu se presenta ante otro, lo primero que se pregunta siempre es “Kasairrukui pia?” (de qué eirruku eres, de qué familia eres?). Sería de mucha utilidad que mi amigo M. Valbuena, experto en la materia, asesorara al señor secretario de asuntos indígenas para reivindicar nuestro legítimo derecho a colocar en las certificaciones “eirruku” en vez de casta.
Quiero terminar con el concepto de “matriarcado”. Dicho concepto supone una supremacía de la mujer en una línea de poder, cosa que no sucede en la sociedad wayuu, donde el papel de la mujer consiste en perpetuar el linaje, por lo tanto somos MATRILINEALES y NO MATRIACARLES. Aunque no es intención de esta nota enumerar el papel y la importancia de la mujer en la sociedad wayuu, es preciso reiterar que en la sociedad wayuu NO existe el matriarcado, si bien la mujer wayuu extiende el linaje, ella delega los asuntos de representatividad del clan en los tíos maternos que cumplen funciones de autoridades tradicionales en nuestra sociedad.
Todo lo anterior para exigir que en la próxima certificación que expidan (para demostrar que este moreno, de pequeños ojos rasgados y hablante de wayuunaiki, es wayuu), aparezca lo siguiente: EIRRUKU: PUSHAINA.
Ignacio Manuel Epinayu Pushaina
C.C. 5.185.122

MALEIWA Y YOLUJA: LO QUE FUIMOS, LO QUE SOMOS Y LO QUE SEREMOS EN LA TIERRA DE LOS SUEÑOS.

A Yuty, quien inspiró esta nota.

Muchísimo tiempo después de la construcción de nuestro mitos, llegaron los misioneros capuchinos (en tiempos recientes sus hermanos evangélicos) a escucharlos y darle un nuevo sentido de acuerdo al sistema de creencias judeo-cristiano; y en sus orfelinatos, le dijeron a los niños (futuros evangelizadores) que en realidad Maleiwa era “nuestro Dios Padre” y adaptaron sus oraciones (“taata maleiwa chakai ipüna: “padre nuestro que estás en los cielos” ó “abuelo Maleiwa que estás arriba”? ) para cambiar el sentido de la realidad, y sobre los mitos antiguos crearon uno nuevo. Es por eso que hoy escuchamos a muchos wayuu hablando de las “bendiciones de Mareiwa” (con r) o de los “dones dados por Mareiwa”, pero muy pocos hablando de los sueños transmitidos por Maleiwa.

Pero era necesario, buscar el opuesto de Maleiwa (en este sistema de creencias dual, que no admite matices), y fue necesario acudir nuevamente a las antiguas narraciones para descubrir que el enemigo, el mal, el pecado era Yoluja (sin acento). Yolujá (con acento) fue desde entonces (ese mismo ser en que nos convertiremos los wayuu cuando dejemos esta vida), el mismísimo diablo, el demonio y era necesario, por lo tanto, dejar de lado las salvajes costumbres de creer en los sueños y optar por el seguro y rutinario camino de rezar el “ave maría” y el “Padre Nuestro” (“taata maleiwa chakai ipüna…”).

Todo lo anterior para mostrar que no todo lo externo es bueno, cuando es impuesto desde afuera; que los wayuu podemos usar celulares y corbatas siempre que lo asimilemos a nuestra manera, “sukuaipa wayuu” y no a la manera de los otros … No existe la más leve amenaza a nuestra identidad con el uso de una cruz, un celular o una corbata, siempre que los sueños estén presente en los actos cotidianos; en cambio, parece más perverso y nocivo el uso de la manta y la mochila, sin comprender su significado cultural.

Buenos sueños este y todos los tiempos.

IGNACIO MANUEL EPINAYU PUSHAINA

C.C. 5.185.122