A Yuty, quien inspiró esta nota.
Muchísimo tiempo después de la construcción de nuestro mitos, llegaron los misioneros capuchinos (en tiempos recientes sus hermanos evangélicos) a escucharlos y darle un nuevo sentido de acuerdo al sistema de creencias judeo-cristiano; y en sus orfelinatos, le dijeron a los niños (futuros evangelizadores) que en realidad Maleiwa era “nuestro Dios Padre” y adaptaron sus oraciones (“taata maleiwa chakai ipüna: “padre nuestro que estás en los cielos” ó “abuelo Maleiwa que estás arriba”? ) para cambiar el sentido de la realidad, y sobre los mitos antiguos crearon uno nuevo. Es por eso que hoy escuchamos a muchos wayuu hablando de las “bendiciones de Mareiwa” (con r) o de los “dones dados por Mareiwa”, pero muy pocos hablando de los sueños transmitidos por Maleiwa.
Pero era necesario, buscar el opuesto de Maleiwa (en este sistema de creencias dual, que no admite matices), y fue necesario acudir nuevamente a las antiguas narraciones para descubrir que el enemigo, el mal, el pecado era Yoluja (sin acento). Yolujá (con acento) fue desde entonces (ese mismo ser en que nos convertiremos los wayuu cuando dejemos esta vida), el mismísimo diablo, el demonio y era necesario, por lo tanto, dejar de lado las salvajes costumbres de creer en los sueños y optar por el seguro y rutinario camino de rezar el “ave maría” y el “Padre Nuestro” (“taata maleiwa chakai ipüna…”).
Todo lo anterior para mostrar que no todo lo externo es bueno, cuando es impuesto desde afuera; que los wayuu podemos usar celulares y corbatas siempre que lo asimilemos a nuestra manera, “sukuaipa wayuu” y no a la manera de los otros … No existe la más leve amenaza a nuestra identidad con el uso de una cruz, un celular o una corbata, siempre que los sueños estén presente en los actos cotidianos; en cambio, parece más perverso y nocivo el uso de la manta y la mochila, sin comprender su significado cultural.
Buenos sueños este y todos los tiempos.
IGNACIO MANUEL EPINAYU PUSHAINA
C.C. 5.185.122
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