A los que regirán los destinos de la tierra que brilla, lean que eso no duele.
Noventa y cinco por ciento!, eso es mucha gente, comparada con el 5% que decide los destinos de un pueblo que se niega a sí mismo y se añora en los festivales y presentaciones artísticas y culturales. Bueno, habría que subir un poquito el porcentaje con aquellos seudolíderes (que no se enoje MaleiwaHabla, lo estoy citando) que usan su miopía política e intelectual para mendigar eternamente los favores recibidos por tan excelente grandeza (el alcalde de turno!), después de todo comer shapülanay tomar chirrinchi es cosa de paisanos.
Con los primeros festivales se fue rezagando la idea de que los wayuu estábamos incluidos en la lista del desarrollo y el progreso (les informo que he leído todos los indicadores de su desarrollo y progreso, me baño con tobo y totuma cuando voy a casa y compro hielo en bolsa), también se fue desdibujando la sonrisa boba de quienes con su diplomacia de medias verdades pretendieron cooptarnos para ser acólitos ciegos de sus propósitos mezquinos en nombre de lo wayuu.
Atrás quedaron los tiempos en que lo wayuu era solo manta y mochila, donde había que buscar un solo interlocutor ante una entidad del Estado u organismo internacional, donde tocaba hacer escuela y evitar la critica a los líderes (seudolíderes según Maleiwa Habla), so pena de ser vetado y señalado como ajeno a la “causa”, donde las foticos montadas eran la verdad absoluta; ahora sabemos leer y escribir y cuando lo digo es en serio, veamos porque:
Wanee (uno). Para la institucionalidad y el imaginario guajiro, los wayuu siempre fuimos invisibles, como fantasmas que habitan necia y eternamente el paisaje cultural del inmenso desierto, sin derecho a opinar y decidir, excepto para decir si a los propósitos e intereses foráneos. Si en algún momento se escuchó decir que un presidente quería mucho a la Guajira, pero sin los guajiros, estoy convencido que el guajiro quiere mucho a lo wayuu, pero sin los wayuu. Fuimos invisibles hasta que necesitaban la manta y la mochila para vender la imagen de la cual no están convencidos, si no fuera así no habría más del 96% de la población Uribiera con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), donde el 95% es wayuu, un hospital del primer nivel para más de 100.000 personas y más de DOSCIENTOS MIL MILLONES DE PESOS recibidos en solo recursos de regalía en diez años!... Ahora sabemos que lo wayuu es más que mantas y mochilas, lo han contado nuestros abuelos (en wayuunaiki) en sus múltiples relatos: somos todo aquello que puede sobrevivir a las telas y los hilos, somos esencia y espíritu que trasciende y se mantiene firme ante políticas asimilacionistas y credos rebuscados de cerebros lavados de algunos miembros de nuestra Nación Wayuu, somos una lengua viva que desconoce expresiones alijunizadas en su pronunciación (p.e. araurayu).
Piama (dos). Siempre había que buscar a líderes que intercedieran por nosotros y nuestras peticiones ante organismos nacionales e internacionales. Esos mismos líderes (no todos, por supuesto!) que ahora son achepchia de otros (recordemos que antiguamente los achepchia, servían ciegamente a otros wayuu), niegan ahora el acceso a la información y al diálogo respetuoso de sus hermanos wayuu con la institucionalidad, por temor a perder el espacio mendigado (perdón, ganado); mientras ellos piensan de ese modo, ahora conocemos los mecanismos de participación y aprendimos a hablar perfectamente alijunaiki (y otros idiomas!) y las formas de relacionarnos con los otros de manera cordial y respetuosa, también sabemos redactar textos y evitamos copiar y pegar lo escrito por otros, y sabemos leer e interpretar informes e indicadores.
Apünüin (tres). Antes se contaban las mismas anécdotas, los mismos chistes y se usaba el mismo lenguaje para pertenecer a una organización, una sola crítica era causal de excomunión y camino al ostracismo de los sueños de nuevos liderazgos. Ahora crecimos para contar nuestros propios sueños y como tal criticamos a quienes nos parecen que no están obrando bien y sonreímos ante un buen logro. Criticamos con la fuerza del argumento y con la certeza de que para construir procesos colectivos no se requiere de autorización de ningún seudolider, pero sí de nuestros viejos, no sólo de los viejos cuyas fotos plagian impunemente los seudolíderes en informes y cartillitas, sino también de los ancianos que silenciosamente hacen de su cotidianidad un verdadero y auténtico acto de resistencia (otra vez, Maleiwa Habla).
Pienchi (cuatro). Cuando digo que sabemos leer y escribir es porque hemos superado la arcaica tradición de decodificar letras y signos, así como el ejercicio de hacer trazos para repetir “mi mamá me ama, mi mamá me mima”. Podemos leer los propósitos, las entrelíneas y la sonrisa nerviosa de quienes no pueden convencernos con sus palmaditas en la espalda, recurriendo a la guajiridad como elemento común; podemos leer que en medio de informes e indicadores copiados, Uribia tiene un pésimo sistema de alumbrado público, un desorden de planificación urbana, una decadente e impune atención en salud, una terrible conectividad (mientras se habla de “autopista de la información”, en Uribia hay “trochas de información”); las bolsas de cemento no han bastado para convencernos del progreso y desarrollo; las camisetas y carros con frases trilladas no han sabido explicar un eventual programa de gobierno. En otra nota traté el tema de plagios y omisiones de fuentes y aún siguen con la misma perversión: fotografías repetidas en diferentes documentos, montajes de fotografías en textos, frases completas sin citar fuentes, logos de organizaciones bajadas de internet o cartas para legitimar procesos colectivos, afirmaciones abstractas…
Y cuando digo que sabemos escribir, es porque fuimos a colegios y universidades para aprender a redactar párrafos y textos; estamos en capacidad de escribir la historia que aún reposa en la memoria de nuestros abuelos, mujeres y niños, estamos en la capacidad de escribir los más hermosos versos de amor, la más tradicional de las narraciones wayuu y también para redactar informes y memoriales en defensa de nuestra historia.
Que la decadencia de los discursos vacíos y sus males no afecten nuestros sueños de buenos tiempos…
IGNACIO MANUEL EPINAYU PUSHAINA
C.C. 5.185.122
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