martes, 3 de enero de 2012

HA DICHO USTED NACIÓN WAYUU?

Habría que revisar en la historiografía oficial cuando fue la primera vez que se habló de Nación Wayuu para referirse a Woummainpa, pero por el momento basta afirmar que el primer intento serio por conceptualizar desde lo wayuu, es el ensayo literario de Isaac Barros, titulado “Woummainpa, los componentes de una Nación” (Revista Ranchería). De ahí en adelante he visto revisticas institucionales con graves faltas en la omisión de citas y fuentes, lo cual pone en duda su contenido y afirmaciones (p.e. “desafiaron los símbolos de la cultura católica española bebiendo chicha en los vasos sagrados de las iglesias…”). Lo anterior, para decir que la Nación Wayuu como concepto se ha puesto de moda y requiere desde todo ángulo ser descrita, conceptualizada, debatida, consensuada y socializada por y para todos en aras de no caer en el juego de aceptar todo como verdad absoluta.

Hablar de Nación wayuu, es hablar de un conjunto de personas (wayuu), que hablan el mismo idioma (wayuunaiki), que tienen las mismas costumbres (soñar, realizar dos entierros de sus muertos, continuar el linaje por línea materna…), hasta un sistema de creencias (Jepirra, yolujá, pulowi, juyá…), faltaría agregar a esta definición la existencia de un componente para el ejercicio pleno y autónomo de la identidad cultural: el territorio, ese espacio vital donde se desarrollan los componentes del sistema cultural de los miembros de la Nación wayuu. Ese territorio usurpado por intereses particulares en nombre del progreso y el desarrollo; malvendido por los nietos de juyá que aprendieron a leer y escribir pero que olvidaron las nociones básica de sumas y restas… negado a sus dueños ancestrales, el territorio siempre ha sido de los wayuu aún cuando muchos intenten negarlo con tecnicismos amañados a fines e intereses de los gobiernos de turno.

No olvidemos que la Nación Wayuu se encuentra en medio de dos Estados (Colombia y Venezuela) con intereses disímiles en su visión de desarrollo (Socialismo siglo 21 vs. TLC), pero con intentos idénticos en sus políticas asimilacionistas (p.e. la educación) y requiere urgentemente un fortalecimiento endógeno y una proyección exógena, so pena de convertirse en un objeto del museo de la historia de las nacionalidades que pudieron ser y no lo fueron por la fuerza de la apatía de sus miembros.

Se requiere de un desarrollo endógeno a partir del fortalecimiento de las prácticas ancestrales heredadas de los abuelos, volver a soñar y narrar el significado de los sueños, volver a escuchar las voces de los ancianos en las madrugadas, escuchar narraciones, cantos, leyendas e historias de amor y guerras; implica volver a los principios de solidaridad y reciprocidad, pero también es necesario revitalizar la lengua como elemento de resistencia, ello es posible hablando, palabreando y llenando los celulares y emisoras radiales con wayuunaiki en las cotidianidades del desierto nuestro, de modo que el sonido de la kasha (tambor) y la maasii (flauta) sea más alto que los pitos del tren que expolia los frutos de la tierra…

También se requiere de acciones exógenas que permitan potenciar y visibilizar toda nuestra grandeza como Nación y para ello es el momento de dejar de ser actores pasivos en los gobiernos y las decisiones de turno. Los que fueron acogidos en nuestra Nación, nos engañaron durante décadas haciéndonos creer que no teníamos capacidades para decidir y les permitimos gobernar con los resultados ya conocidos; nos hicieron creer que no sabíamos votar y por eso suplantaron nuestros votos para hacerse elegir; nos dijeron que Etnoeducación era dictar contenidos curriculares alíjuna en lengua wayuu, les creímos y por eso los líderes de hoy hablan (los que hablan!) en wayuunaiki pero piensan en alíjunaiki; nos dijeron que éramos importantes para la capital indígena de Colombia y fuimos el centro de atención de cámaras y pasarelas en los festivales, pero al poco tiempo éramos fantasmas habitantes de las calles y el olvido en la tierra que brilla, y aunque hemos sentado wayucos y mantas en puestos importantes de los gobiernos, también es claro que ellos (los wayucos y mantas) nunca pensaron y hablaron en wayuunaiki, sino que hablaban mal el alíjunaiki y dudo mucho que pensaran …

Ahora somos una generación que creció viendo injusticias (“cuánta ropa y cuántos platos hemos lavado”…), viendo mendigar favores personales en nombre de la compasión de otros, hay una generación que se resiste a mantener el estado de ostracismo en que nos han querido sumir, para volvernos parte del paisaje cultural guajiro… Escuchamos, leemos y escribimos en alijunaiki; pero también pensamos, escribimos, leemos, hablamos y oímos a nuestros viejos en wayuunaiki y añoramos en un tiempo cercano dar el poder de decisión a los miembros de la Nación Wayuu (95% del total de habitantes de Uribia, la tierra que brilla, la capital indígena de Colombia!). Si en siglos pasados aprendimos a usar los caballos y armas de fuego extranjeros, ahora hemos aprendido el idioma y las formas de decidir para comenzar a regir nuestro destino. Tenemos talento y capacidades.

A las nuevas generaciones les digo, como siempre, que duden de todo lo que le han contado, incluso de lo que les he contado… Que los espejitos sirvan para reflejar nuestra grandeza, pero nunca para distraer nuestra atención.

IGNACIO EPINAYU PUSHAINA

C.C. 5.185.122

1 comentario:

Luis Rincon dijo...

Buenas noches Ignacio, le doy mi felicitación por la reflexión, es una critica muy acertada, conozco un poco la guajira y ustedes merecen ser autónomos totalmente, es su territorio, es su pueblo, es su saber, y es obligatorio salvaguardarlo de las manos destructoras inconcientes. Saludos