martes, 3 de enero de 2012

URIBIA EN COLOR SEPIA

A Encho, quien motivó la gestación de esta nota…

Indudablemente detrás de una historia oficial contada a blanco y negro, hay una historia de sitios y personajes (en color sepia), que existe en la memoria de quienes la hemos vivido y está ahí viva (ignorada?) para ser contada. Quiero evocar a la Uribia que viví hasta el año 97, fecha en que definitivamente, hasta hoy, inicié mis pasos por el camino de la ausencia.

Esta es una nota de nostalgia (muchos de sus protagonistas ya se han ido), pero también de remembranza para que las nuevas generaciones conozcan un retazo de la historia de su pueblo, su propia historia.

Empiezo por las tiendas de barrio (se llamaban colmena!), esos sitios donde fui a hacer “mandao”, para comprar desde el boli hasta la infaltable harinapan: recuerdo la tienda de Mirza, de Dona, de Diego Pérez (que duró poco), de Édita atendida por Piper, de Aljure y la vieja Fela. Deniris, Eleazar y Mingo Brugés, también tenían colmena!. En las colmenas compraba hielo en bolsita, aceite medido según el presupuesto y café para atender las visitas; también compraba salsita y pastillas maggi para sazonar la comida. Ah!, también esperaba la ñapa.

De las colmenas iba a los mercados o tiendas más grandes. Recuerdo el “mercadito guajiro”, “los Fuminaya”, con la vieja “Franca” al mando (recuerdan a “conco”?), la tienda de Eneida y la señora “Chama”, después fueron las de “Justo” y “Anita”. El primer billar fue la “gota leche”, no recuerdo si hubo muertos; la cancha de futbol más famosa era la de “Rico”, cuna del glorioso Independiente Uribia (yo jugué en Wayuu Futbol Club y el técnico era Anselmo); el cementerio donde reposan los restos del doctor Cayetano, se llama San Cayetano y la plaza Colombia (el monumento al fósforo) era el lugar donde se hablaba de política sin políticos. La primera “caseta” era la de Proaguas, que quedaba en el sector de las “casitas”, después fue la de Deniris (luego fueron las minitecas); la sopa más sabrosa era la de “Chavelona” y “Chelalo”, en la esquina del barrio “el peo”, donde le propuse el primer debate público a un alcalde de elección popular; las panaderías eran las de los “Posada” y los “Castelar”, después fue la de Virgilio Teherán; la primera heladería fue la de “Galán”, en la esquina de la plaza, después fue una que se llamaba “Jemetzü” donde Idalide y los “batidos” de “el vecino”. La primera droguería era la de none, atendida por Carlos Pimienta.

Después de “el tambo”, el primer mercado wayuu fue “las pulgas”, que inició con unas tienditas debajo de un gigante trupillo al lado de la casa de “Juancho”, antes del traslado al sitio actual, en las pulgas vendí arepas con chicha; la primera “colmena” era la del “cachaco venao” (señor Henao?), después surgió la de Franco, y al lado llegó Trini a fritar las mejores empanadas y arepas (y cómo no recordar el desayuno con carne de tortuga, donde la mamá de toñito). Encho me dice que recuerda los merengues de visita, la abuela de siso y los dulces de Delia, la mamá de Maida.

Aún recuerdo el Parque Santander, cuando estaba sin techo; también la “protección indígena”, donde se quemaron los archivos que siempre quise organizar, desde Telecom hice mi primera llamada para descubrir que este mundo iba más allá de cuatro vías y recuerdo con nostalgia la casa de la cultura cuando el flojo me prestaba los libros para llevar a casa. Todavía aparecen murales firmados por hupi?

En la registraduría “cogía” mango-biche, porque eran más sabrosos que los del acueducto y los tamarindos de la casa cural eran los mejores; Ícale y Rafita tenían los primeros carros F-100 que viajaban a Maikou y donde Juaco, vendía los cueros de chivo.

El matadero, camino verde, la sesenta, jororo, la normal y sus pelás, el bachillerato y el salón quemao, el abuchaibe de 2 salones, el boli con pan, el fonseca-siosi partido en dos por la carretera, el arroyo, el internado y sus monjitas, patio bonito, el huracán yoan, el festival de la cultura wayuu, el depósito 5, Proaguas y sus ingenieros, los paquitos de kalimán y águila solitaria, las procesiones, los “castillos” y “varillas” que me asustaban en las fiestas patronales, los juegos de trompo y boliche, las cometas con cuchillas en el rabo, la terapia, el equipo de rico, guaguao y sus peleas, el gran peyo, la profe sibeyicon sus “cocotazos”, el profe Rodolfo con filosofía e historia, pampo y caprile sacándose el copete, la gente que pasaba al frente y movía las manos diciendo adiós…

En Uribia, la tierra de los chinitos, recité mi primer poema, leí los primeros libros y también tuve el feliz instante de acunar tu aliento en mi corazón y el aroma de tu voz en mi memoria...

IGNACIO MANUEL EPINAYU PUSHAINA

C.C. 5.185.122

No hay comentarios: