martes, 3 de enero de 2012

NO SOLTAR LA PALABRA, NO SILENCIAR NUESTRA HISTORIA

Hay palabras calientes y palabras frías; palabras desafiantes y palabras apacibles…

Un criador y adiestrador de caballos de carrera, un fabricante de instrumentos musicales tradicionales, un comerciante, un experto en plantas curativas (no es médico tradicional o chamán), un transportador en medio del desierto, un líder político.... Cada uno tiene al menos una destreza en la ejecución de un instrumento tradicional o un baile o es narrador de historias. A pesar de los diferentes oficios ejercidos en su cotidianidad, los une la pasión y la autoridad por la palabra. Son los palabreros (pütchipüü), la última reserva moral del universo cultural wayuu.

Es la palabra (Pütchi) el refugio y el cuartel donde se edifica el inmenso imperio cultural llamado “Sukuaipa Wayuu” (“la manera wayuu”), también es el vehículo mediante el cual se construyen hermosas frases y metáforas de este mundo que se resiste a ser igual a todos, esas mismas metáforas que explican la armonía del sistema normativo wayuu. Y son los palabreros los principales exponentes de ese sistema normativo. Hay palabreros que usan lenguajes poéticos, filosóficos, históricos, anecdóticos, genealógicos, mitológicos… Hay palabreros con gafas, sombreros tradicionales y el tradicional asheipalaa (nada de sheipara!) que visten de manera ceremonial en diferentes eventos (visitas, reuniones, arreglos, llevar o traer palabra, fiestas, velorios…), llevan su atuendo con la cotidianidad de sus palabras, con la sencillez y contundencia de sus argumentos.

Con la paciencia de los años, van construyendo a través de sus experiencias el esquema adecuado para solucionar controversias, malos entendidos, agresiones, violaciones a principios de convivencia y respeto entre clanes. No cualquiera (aunque muchos lo quisieran) tiene la valentía de cargar en sus hombros la responsabilidad histórica de mantener la armonía social entre los clanes y sus individuos: se necesita tener la entereza para recibir malos pensamientos de los inconformes (Alerrajaa), la paciencia para mediar entre las exigencias de los afectados y la intransigencia de quienes han de compensar las faltas cometidas.

Hilan sus argumentos e ideas marcando la tierra con sus “bastones de la palabra”, siendo para ellos importante reunirse bajo la misma enramada, para intercambiar palabras y escupir la misma tierra que marcan. Los niños revolotean juguetones y las mujeres asienten para reforzar una historia o un testimonio contado. Los jóvenes escuchan y marcan cada pausa, cada gesto…son jóvenes que escuchan, pero hablan poco el wayuunaiki, ya les vendrá el turno de asumir el reto de no permitir que se suelte la palabra.

Extrañan (Asukaawa) reunirse, palabrear, recordar como cuando jóvenes también usaban la palabra para arrancarle un destello de sonrisa a la vida. Han perdido sus chivos en su ausencia y aún así siguen insistentemente en la tarea de reunirse en torno a la palabra, piden al unísono espacios donde esparcir la palabra, porque sienten que ya están próximos los días en que silenciarán sus voces (no es fatalismo!). Quieren evitar que el viento se lleve las palabras, por el contrario la quieren acunar en los oídos y la conciencia de las nuevas generaciones y así evitar que esta bella historia termine en el reino del silencio.

Insisten en “no soltar la palabra”. No soltar la palabra… escuchar atentamente, agudizar los sentidos y reposar el alma para entender cada palabra pronunciada, cada metáfora construida, estar atentos a los detalles, a las expresiones y contemplar como el mundo se detiene con la fuerza de las palabras. No hacerlo implica correr el riesgo de perder la mejor palabra, la mejor frase expresada, la mejor idea lanzada al aire…

Ellos (nosotros si?), no necesitan de diplomas o certificaciones que los acredite como maestros de la palabra, no necesitan de códigos o leyes escritas para sostener nuestra historia; tampoco necesitan migajas institucionales, han probado que con el aporte voluntario y solidario (eitirra) pueden reunirse en torno a la palabra; tan sólo necesitan que las nuevas generaciones no suelten la palabra.

El mejor homenaje desde nuestra cotidianidad, es el respeto hacia ellos, ese respeto inculcado desde los albores de nuestra existencia. Que los cargos, los títulos y los logros de lo alíjuna no permitan que nos “igualemos” a ellos; si irrespetamos a los mayores de hoy estaremos autorizando a los niños para que irrespeten a los mayores que seremos mañana…

Mientras se escribe un informe a un organismo nacional o internacional en nombre de los “viejos”, se edita una cartillita, se plagia un proyecto, se pinta una pared para ser fotografiada, se redacta esta nota o Maleiwa Habla insulta al mundo y sus alrededores; ha nacido un potrillo, han brotado las hojas de plantas curativas, el comercio espera, las mantas y wayucos esperan ser transportados y una flauta espera ser afinada… Mientras eso sucede, la palabra revolotea inquieta por todos los rincones del territorio ancestral, esperando ser escuchada para recrear una vez más la grandeza de nuestro destino como Nación.

Amigos de todas las generaciones y linajes: no soltemos la palabra, contemos-le a nuestros hijos, nietos y sobrinos que la palabra espera y no quiere ser soltada…

IGNACIO MANUEL EPINAYU PUSHAINA

C.C. 5.185.122

4 comentarios:

Angie Chaparro dijo...

Es muy importante tener en cuenta que nuestras costumbres o nuestra manera de pensar han ido cambiando con el tiempo ,pero ¿por qué?, nuestra generación esta ahora basada en lo que se nos muestra.. ya sea bueno, malo.. Nosotros estamos dejando pasar la palabra no solo porque se nos ha ido olvidando poco a poco nuestra historia sino porque ya no hay nadie quien nos tenga presente ese aspecto tan importante. Se ha ido degradando la forma de pensamiento hacia nuestra cultura original que siempre se ha tenido en cuenta en la comunidad wayuu..pero aun así es bueno saber que al menos una parte de lo que es nuestra sociedad en general sepa y mantenga la ´palabra ‘con sus acciones y sepa tener la paciencia para afrontar la realidad que para ellos es dura teniendo en cuenta que no le damos la misma importancia que ellos.
(Angie Chaparro, Antropología F1)

Unknown dijo...

la importancia de las culturas colombianas es que estas se han dado mediante la palabra de generación a generación contando su experiencia vivida a travez de los años...
creo que estamos cubriendo y envolviendo nuestra cultura con una imagen que intentamos vender para salir del titulo que ya como país tenemos ganado "subdesarrollados" si tan solo nos dieramos cuenta que estamos llenos de una riqueza historica que se cuenta en esas regiones apartadas e indigenas como la es la guajira entre otras ... y retomaramos algunas cosas que servirian para el pais. ¿seria una posibilidad mas para mostrar mas la cultura?

Unknown dijo...

Es increíble como el pensamiento euro-céntrico ha carcomido cada terreno de los países americanos, tanto así que desde la colonización y la evangelización hemos desgarrado nuestras raíces tan radicalmente que ni nos importa las problemáticas que ellos (etnias) enfrentan anverso al capital y a los procesos de industrialización a lo largo del tiempo. Primero que todo es evidente resaltar que ellos hacen parte de una comunidad y no de una sociedad, es por eso el valor que le doy, ver que las relaciones de estas comunidades siempre van a ser más estrechas, mas constantes, y no tan inocuas y débiles como se presentan en la sociedad, relaciones artificiales que no son más que para alimentar el beneficio, las metas de una sociedad.
Hay que apropiarnos de nuestras raíces, recordar que somos uno con la tierra que ella nos alimenta, nos da un espacio para habitar, ella es la dulce abuela que nos cría como lo señala el texto. La industria no piensa sino en la producción de bienes consumibles sean necesarios o no, y si hay que comprar terrenos, invadir, y desplazar ya sea cualquier ser vivo y crear desastres ambientales como lo están cometiendo en los páramos, se hace sea por el progreso o por los interés económicos ambiciosos.
la sociedad esta tan acostumbrada a lo artificial que le da miedo lo natural.

¿es impotante reconosernos como cultura etnica? ¿es importante rescatar esta reices que cada dia suma a su olvido? piense si es importante seguir los proceso que dañan la tierra

(Juan Jimenez-antropologia)

Unknown dijo...

Con respecto a el artículo de "LOS JÓVENES EN LOS PROCESOS SOCIALES, MÁS ALLÁ DE LOS DISCURSOS PROSELITISTAS" si vivimos en un país corrupto que no le da oportunidad a todos para progresar y como lo nombra el autor es excluyente, desde su perspectiva ¿qué haría para usted para lograr esto, es decir que no solo se trate de incluir a los jóvenes a diversas actividades si no en la realidad, en lo físico, como lograr hacer un proyecto que mejore estas condiciones de vida que son riesgosas para muchos de nosotros?